Nuestra Historia

En el año 1984, a instancias de la Maestra Irma Frachia , nace el Jardín de Infantes “Sol de julio”. Cuenta en ese comienzo con diez alumnos y dos educadoras: Irma, ya mencionada, y María Cristina Rodríguez.

Con los años el pequeño Jardín va transformándose, creciendo en alumnado, en docentes, y también en edificio y superficie.

Sin dudas, la transformación más importante es en 2003, cuando se incorpora Primer Año de Educación Primaria: el “Jardín” ya es un Colegio.

En 2008 se completa dicho ciclo, con Sexto Año, egresando la primera generación: 18 alumnos que nos representarán y enorgullecerán el año siguiente en instituciones de educación media.

Pero… ¿por qué “Sol de julio”?

En el año 1975, la pareja formada por Irma Frachia y Juan Pedro Asencio, se mudó a la casa que, años después, daría lugar a nuestro Colegio. Allí vivían la mamá de Irma: Rufina Borderre, y uno de sus hermanos: Beltrán Frachia.

Los recién llegados se abocaron entonces a hacer las refacciones que la casa estaba necesitando. Quienes emprendimos alguna vez esa tarea, sabemos que demanda un esfuerzo muy grande, que acapara toda nuestra atención. Y en este caso, distrajo a Irma de una obsesión que atormenta a muchas mujeres: tener un hijo, contra el reloj que no perdona… Y parece que eso resulta: olvidarse un poco de las cosas, porque a los dos meses de mudarse, Irma empezó con algunos malestares, que Rufina, madre de ocho hijos, identificó enseguida: estaba embarazada.

Ahí llega quien les escribe…

Un tiempito después, se terminó el arreglo de la casa, y mi madre, adepta a lo literario, quiso ponerle un nombre.

“María Noel” parecía la primera opción, pero prefirió una metáfora. Lo comentó con la abuela Rufina: “Sol de invierno”, en honor a ese “sol” que había llegado un día de julio, a sus 39 años, cuando ella ya no tenía esperanzas de tenerlo. “Sol de invierno” es muy triste”, dijo la abuela; “¿Por qué no “Sol de julio”?” A mamá le gustó, y así quedó. Años después, cuando fundó su Jardín de Infantes, y necesitó ponerle un nombre, no hubo por qué buscar otro.

El Jardín creció, llevando siempre en alto los valores que hicieron, desde el primer día, algo diferente de “Sol de julio”.

Mamá siempre dice que en ese nombre, están su hija y su madre. Yo digo que estamos las tres…

Es un nombre original, hasta un poco extraño para un colegio; pero pleno de sentido: en sí mismo, porque en las épocas más frías, también, aunque escondido, el sol está; y por la historia que encierra: de amor y de trabajo.

También con amor y con trabajo, hemos construido a nuestro Colegio, que es la concreción de un sueño: mi sueño, y espero que también responda un poquito a los sueños de quienes están con nosotros.

Podrán decir que es un nombre extraño, que es original, que es inusual…Para nosotros “Sol de julio” es… una expresión de identidad.